La falta de movilidad en las ciudades perjudica a la economía

La aventura de transportarse en la Ciudad de México implica horas, dinero y mucha (mucha) paciencia. Un traslado por la mole urbana, que se extiende por más de 1.500 kilómetros cuadrados (el doble de Nueva York), puede llevar hasta cuatro horas. Y ese es el viaje que emprenden millones de personas todos los días. Por si fuera poco, un habitante de la capital mexicana corre más riesgo de morir en un accidente de tráfico que en un incidente violento. Todos los días mueren al menos tres o cuatro al día. Si alcanza a cumplir la expectativa de vida para un mexicano (72 años para los hombres, 77 para las mujeres), pasará cuatro de su vida en el transporte público. Y todo esto, además, cuesta dinero. Y si la movilidad no mejora, en unos 20 años serán cinco. Así lo diagnostica Jesús Padilla, presidente de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM). “Cada minuto que se pierde en el tráfico es dinero que pierde la economía”, opina.

Los atascos en la Ciudad de México cuestan a la economía de la capital unos 33.000 millones de pesos al año (casi 2,5 mil millones de dólares). La AMTM organizó en abril un congreso internacional con el objetivo de intercambiar experiencias entre países similares. Padilla opina que el gasto en infraestructura no solo “debe de estar destinado a [favorecer el tránsito] de los vehículos privados, sino también el transporte púlbico”.

La ciudad más parecida a la Ciudad de México en cuestiones de movilidad en São Paulo, Brasil. Padilla asegura que hay muchas lecciones que ambas metrópolis, los dos gigantes de América Latina, pueden aprender entre sí. “Puedes aprender cómo está organizado el transporte, cómo se organiza la autoridad, cómo se coordina, todos esos detalles».

Para los 20 millones de personas que se trasladas en la zona conurbada entre el Distrito Federal y la zona metropolitana (que abarca varios municipios del vecino Estado de México), una red de transporte urbano a la altura de sus necesidades parece un sueño peregrino. Padilla insiste en que la inversión gubernamental debe concentrarse en fortalecer esta movilidad y reducir los apoyos a la infraestructura de carreteras, que solo aumenta el tráfico. «Hacen falta más esfuerzos en los sistemas de transporte», apunta.

El presidente de la APTM considera también que es crucial tomar en cuenta las necesidades de cada sociedad. Lo que funciona en una sociedad escandinava no necesariamente es el mejor modelo que se debe de aplicar en América Latina. «Hay que aprender los esquemas sobre la prestación del servicio y tropicalizarlos».

Padilla recuerda que las diferencias culturales afectan tanto el comportamiento del conductor como el del peatón. «Mientras en Europa la cultura dice ‘frena’, en América Latina es ‘acelera'» y meciona también que la mayoría de los atropellamientos ocurren por culpa del que no está a bordo de un coche. «No sólo es el asunto de quién mueve a la gente sino cómo se acostumbra mover la gente».

Fuente: El País

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Víctor Bouzas Blanco

Licenciado en geografía y Postgrado en Tecnologías Digitales de Documentación Geométrica del CSIC. Especialista en diseño cartográfico y análisis geoespacial.

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