¿Por qué la contaminación urbana hace daño a la salud?

Madrid, ya sea en invierno o en verano, salvo cuando soplan fuertes vientos durante días, esta metida bajo una ‘boina’ amarillenta de contaminación. El amarillo deriva de distintos componentes de azufre.

La capital sufre al ser una ciudad fría en invierno y a consecuencia de una política ya antigua de utilizar el diésel del petróleo. El diésel, un producto de las refinerías de petróleo, se vendía poco. Para ayudar a venderlo, las distintas administraciones le asignaron impuestos bajos, de forma que su precio era, en tiempos, la mitad que el de la gasolina. Aún hoy es más barato que ésta. Por razones de la teoría de la Termodinámica en las que no voy a entrar, los motores diésel son más eficientes que los de gasolina, aunque la mejora en eficiencia no es tanta como para justificar el uso masivo que de ellos se hace en ciudades como Madrid y muchas otras.

El diésel era muy desagradable, pues las normas existentes hasta hace unos 10 años permitían expulsar por los tubos de escape partículas sólidas de tamaños de alrededor de 10 milésimas de milímetro: PM10, o materia en forma de partículas de 10 micras. Esto formaba humo negro que se veía y que al respirarlo solía quedar en los filtros de las narices o en la tráquea sin llegar a los bronquiolos, las minúsculas burbujas de los pulmones en donde realmente se realiza el intercambio de oxígeno con la sangre en el cuerpo humano.

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Fuente: www.elmundo.es

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Víctor Bouzas Blanco

Licenciado en geografía y Postgrado en Tecnologías Digitales de Documentación Geométrica del CSIC. Especialista en diseño cartográfico y análisis geoespacial.

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