Océano Pacífico: el basurero mas grande del mundo

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Los plásticos que utilizamos y desechamos continuamente no contaminan sólo la superficie de la Tierra, sino también el mar. En el medio del Océano Pacífico, entre Hawaii y Estados Unidos continental, se encuentra el “Vórtice del Plástico”, una acumulación de basura, más grande que Francia o España.

Un gigantesco basural sintético está creciendo a diario en el Océano Pacífico, justo frente a las costas continentales de EEUU y, exactamente, entre las coordenadas 135° a 155° longitud Oeste y 35° a 42° latitud Norte. Esta noticia oculta, es una de las historias periodísticas más censurada catalogada con el N° 12 en el último anuario del Proyecto Censurado de California, Censored.

El efecto sobre la vida marina está siendo muy negativo, es simplemente fatal, pero se extenderá e a toda la cadena alimenticia, llegando a los humanos. La solución: un cambio en nuestros hábitos de vida para evitar las cifras que publica Greenpeace. En nuestro planeta se producen cada año unas 100 millones de toneladas de plástico, de las que alrededor de un 10% terminan en el mar.

La gigantesca masa de basura que remolinea en medio del Océano Pacífico califica como la descarga de basura más grande del planeta, en una área de 1.694.000 kilómetros cuadrados. El Proyecto 5 Ciclos (5 Gyres Project) estima que al presente se han acumulado 143 mil millones de kilos de plástico en esa extension del Pacífico, que ha absorbido gran parte de la basura plástica de todo el mundo trasladada hasta allí por el movimiento de los cauces de agua de ríos y canales y las corrientes oceánicas.

La basura plástica termina a menudo en sistemas de agua que las corrientes finalmente conducen a los océanos, donde muchas especies confunden esos desperdicios sintéticos con “alimentos” y esto genera efectos calamitosos para la vida marina.

Las tortugas confunden las bolsas plásticas con las medusas y los pájaros engullen envases vacíos de comida humana. Los ingieren pero no pueden digerirlos, así que sus estómagos se llenan de plástico y sufren la muerte por hambre.

Dada su localización, en el giro subtropical del Pacífico Norte, el acumulamiento continúo de basura está garantizado. Esta es una extensa zona del Pacífico donde el agua circula en el sentido de las agujas del reloj describiendo una espiral lenta. Allí los vientos son flojos y las corrientes tienden a forzar la materia que flota en el agua hacia la zona central de baja energía del remolino. Existen pocas islas donde pueda recogerse el material flotante, permaneciendo en el remolino, en cantidades estimadas en seis kilos de plásticos por cada kilo de plancton natural.

Este fenómeno no es muy conocido porque se produce en una parte del Pacífico apenas visitada, debido a que carece de vientos que atraigan a las embarcaciones de vela, no existe en ella una diversidad biológica que propicie la pesca, y no se encuentra en el paso de las principales líneas de navegación.

Sin embargo, esta basura está haciendo un daño irreparable a la vida marina de la zona. Los plásticos no son biodegradables (su degradación tarda entre 500 y 1.000 años) y, a medida que pasa el tiempo, lo único que les ocurre es que se dividen en piezas cada vez más pequeñas, pero que retienen la composición molecular original. El resultado es una enorme cantidad de “arena” de plástico que a muchas criaturas marinas les parece alimento. El problema es que el plástico no puede digerirse, por lo que pájaros y peces que lo consuman pueden morir de desnutrición con el estómago repleto de plásticos.

Y, aunque la cantidad de plástico que consuman no bloqueara el paso de alimentos, el caso es que los pequeños gránulos plásticos actúan además como esponjas para diversas toxinas, concentrando así productos químicos como el DDT (dicloro-difenil-tricloroetano, compuesto organoclorado principal de los insecticidas) o el PCB (bifenelio policlorinado, materia química muy venenosa) a una tasa un millón de veces mayor del nivel normal.

Se produciría así un efecto en cadena que puede llegar hasta los humanos, al comer pescado contaminado sin saberlo, si el animal ha consumido plásticos en el océano. Los pájaros también se están viendo afectados, porque acuden al continente de basura en busca de alimentos, y lo mismo ocurre con las tortugas marinas, propensas a confundir las bolsas de plástico con medusas y se las comen. En total se han registrado 267 especies afectadas por estas equivocaciones.

Desgraciadamente, este problema parece insuperable dada la superficie del “continente”, cuyo tratamiento y limpieza sería de un coste colosal, de miles de milloes de dólares, según los especialistas. Y es que los plásticos y la basura de esta gran placa alcanzan ya más de 30 metros de profundidad.

Lo único que se puede hacer es intentar no aumentar el daño. Los excesos de nuestra forma de vida consumista son la causa de esta degradación del mar, por lo que sólo dejando de producir tantos productos de plástico y cambiando nuestros hábitos de consumo se podría al menos detener el aumento de la Gran Placa de Basura.

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Fuente: http://diarioecologia.com

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Víctor Bouzas Blanco

Licenciado en geografía y Postgrado en Tecnologías Digitales de Documentación Geométrica del CSIC. Especialista en diseño cartográfico y análisis geoespacial.

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