La importancia de los otros sentidos en el paisaje

Siempre que hablamos de paisaje nos enfocamos en la vistas de un lugar infravalorando los otros sentidos, pero su influencia es más importante de lo que creemos.

El sentido de la vista nos permite identificar y valorar rápidamente un paisaje, aunque sin el resto de sentidos tendríamos una percepción parcial e incluso distorsionada del paisaje.

El sentido del oído, ya sea por los ruidos del entorno como por los decibelios de los mismos. Nos condicionan la percepción de un lugar. Está constatado la influencia del ruido en la salud humana, siendo un claro agente de contaminación ambiental. Por esta razón la legislación es muy estricta en zonas sensibles de las ciudades y a determinadas horas (noche).  Pero rara vez está variable se analiza en los estudios paisajísticos, y se suele relegar a los estudios ambientales.

El sentido de olfato es omitido en los estudios paisajísticos y ambientales debido a su difícil medición. Pero tiene una gran repercusión en nuestra percepción, ya que el olfato impacta directamente sobre nuestras emociones. Ciertos olores nos transportan a lugares o recuerdos de nuestra infancia, adolescencia, etc.  Por ejemplo, el olor a mar nos puede transportar a las vacaciones de nuestra niñez.

Mientras el sentido del gusto, aunque no tiene una relación directa con el paisaje, su influencia también es importante. Ya que el gusto como el olfato provocan reacciones en nuestras emociones. La gastronomía de un lugar puede hacernos percibir ese espacio de distinta manera, mejorando la percepción global o empeorándola.

El tacto como el gusto y el olfato son muy difícil analizables, casi imposible, ya que es una percepción muy personal que impiden sacar un patrón de manera viable. Aunque la temperatura o la humedad sean iguales para todos, unas personas pueden tener frío y otras no, por tanto la sensación personal es muy variable.  Además condiciones climatológicas si añadimos lo que toquen en cada momento, hace que la percepción de este sentido puede variar notablemente.

Aunque del difícil análisis de estos sentidos, sorprende que en la mayor parte de los estudios paisajísticos no se cita ninguno que no sea la vista. En cambio en las guías y webs turísticas nos hacen mención a estos sentidos recurrentemente. Estos documentos y webs hacen mención expresa a estos sentidos para promocionar un territorio. Por ejemplo, destacando el aire puro, la tranquilidad de las playas, el sonido ambiente de los espacios naturales, etc. Resulta curioso que el turismo promocione un valor propio del paisaje que no se protege.

A lo mejor en los análisis paisajísticos debemos hacer un énfasis en estos sentidos para proteger no solo la parte visual del paisaje, sino  de manera integral.

Autor: Jose Taboada


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Jose Taboada

Licenciado en Geografía, Postgrado en Ordenación y Desarrollo Territorial (USC) y Master de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa (USC).

Un comentario

  1. El efecto emocional, psicológico e incluso físico del color en el ojo de una persona es un factor extremadamente importante para componer una composición de color de jardín resuelta con éxito. Al observar un color en particular, el observador puede experimentar «un sentimiento de satisfacción, como un deli con un tidbit en la boca, o la irritación que experimentamos con un plato picante» (Kandinsky). El esquema de color del jardín está determinado por la totalidad de todos los elementos y objetos ubicados en su territorio: estos son materiales de cercas y paredes externas de edificios, cubiertas de caminos, iluminación, presencia de superficie de agua, decoración interior de locales residenciales y, por supuesto, las plantas en sí, combinadas con la naturaleza de la cubierta terrestre.

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