Iguazú, cataratas frágiles

El piloto del helicóptero no necesita GPS para encontrar las cataratas. Desde el aire, el hongo de agua en suspensión que se forma en la Garganta del Diablo se divisa desde varios kilómetros antes de situarse encima de ese gran agujero blanco dispuesto a succionar todo lo que se aproxime. La visión aérea de las cataratas del Iguazú es sobrecogedora, propia de una de las nuevas siete maravillas naturales del mundo.

En cambio, desde la tierra rojiza de la selva misionera, el ruido sin descanso del helicóptero es un incordio. En el lado argentino, el visitante que camina por el sendero Macuco y tiene la suerte de cruzarse con una manada de monos caí saltando de rama en rama debe soportar el aleteo de las hélices mientras agudiza el oído para escuchar los silbidos de los primates.

El sobrevuelo de las cataratas por helicópteros está prohibido en la parte argentina, de manera que las aeronaves despegan desde el lado brasileño y no sobrepasan la línea divisoria entre ambos países, que pasa por la mitad del río y de la Garganta del Diablo.

Más de dos terceras partes de los saltos de agua están dentro del Parque Nacional Iguazú, que es el principal atractivo turístico de Argentina tras Buenos Aires y cada año recibe 1,3 millones de visitantes, cifra similar a la de su homólogo brasileño donde, a pesar de reunir solo una parte menor de cascadas, la vista panorámica que se tiene de la fachada argentina es mucho más espectacular. La presión turística es cada vez mayor pero, bien gestionada, no debería representar un peligro.

En cambio, el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco advirtió en un informe en mayo pasado del riesgo de la construcción de la central hidroeléctrica Baixo Iguaçu a 70 kilómetros aguas arriba de las cataratas –patrimonio de la Humanidad- y a tan solo 500 metros del inicio del parque brasileño. Las obras ya han empezado pero la Unesco pide al gobierno brasileño su paralización y la realización de un profundo estudio de impacto ambiental. De lo contrario, el organismo amenaza con incluir el año que viene al destino en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro.

La represa es la sexta que Brasil construye sobre el río pero esta es la más próxima a las cataratas. Población, operadores turísticos, grupos ecologistas y autoridades de Puerto Iguazú y Foz do Iguaçu, las localidades más cercanas al monumento natural y que viven prácticamente del turismo, están preocupadas porque temen que el caudal de agua se reduzca drásticamente. En los últimos años, y aparentemente producto de las otras cinco represas, la media del caudal ha pasado de los casi 1800 metros cúbicos por segundo a los 1500 metros cúbicos por segundo.

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Víctor Bouzas Blanco

Licenciado en geografía y Postgrado en Tecnologías Digitales de Documentación Geométrica del CSIC. Especialista en diseño cartográfico y análisis geoespacial.

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