Comunidades campesinas de la cordillera del Vilcanota en el valle sagrado de los incas: ejemplos de custodios del territorio

La cordillera de Vilcanota  se sitúa en Perú, uno de los países con mayor biodiversidad a nivel mundial, donde su riqueza radica precisamente en su variedad pluriétnica, natural y cultural de su territorio, que ancestralmente ha sido manejado por sus pobladores  dando como resultado el paisaje que hoy tenemos, y que en la actualidad es objeto de conservación.

Las comunidades campesinas de la cordillera del Vilcanota, se encuentran situadas al Sur Este del territorio Peruano, en la región de Cusco, dentro de las provincias de Urubamba y Calca. Son ejemplos de experiencias positivas de conservación en forma de terrenos comunales, cuyos administradores y dueños son las propias comunidades y familias  que allí habitan. Entender su modo de vida, sus costumbres y tradiciones es entender otra forma de gestión y conservación del territorio y sus recursos.

El uso de andenerías, canales de riego y una extensa red de caminos ancestrales de época Incaica con algunos tramos del Qhapaq Ñan, todavía hoy son utilizados por los habitantes de las zonas altas del valle sagrado para el transporte, siembra e irrigación de productos agroecológicos como la quinua, el maíz o la papa, los cuales son parte de ese patrimonio milenario heredado.

La actividad ganadera alto andina que se desarrolla en la zona, sigue siendo una fuente de ingresos muy importante para las comunidades campesinas, con los productos derivados de la alpaca,  además del cuidado y crianza de otros animales como vacas, ovejas, cerdos, cuyes y gallinas.


Otra de las actividades más destacadas en la zona, es la industria textil alpaquera  por parte de asociaciones de artesanas, que han venido organizándose para unir ideas y consolidar un producto diferenciado y de altísima calidad con la venta de tejidos de fibra de lana de este preciado camélido. Un ejemplo de ello, son chompas, ponchos, chullos, frazadas, carteras, guantes, etc. que elaboran manualmente con tintes naturales, pudiendo observar in situ su elaboración, dándole un valor añadido al producto.

El sentido de pertenencia e identidad cultural hacia su territorio, es un factor clave para su preservación a lo largo del tiempo y se puede ver reflejado en el uso de una vestimenta típica, en la práctica de la minka o reciprocidad, en el intercambio de productos o trueque para cubrir necesidades concretas  y el mantenimiento de su idioma originario, el Quechua, entre otros.

Las áreas de conservación privadas (ACP), surgen como concepto con la Ley de Áreas Naturales Protegidas de 1997, y desde el 2001 son reguladas de manera general por el Reglamento de dicha Ley. Desde que se creara la primera ACP en Perú (Chaparrí) en 2001, esta figura de conservación ha venido cobrando mayor importancia, pues son cada vez más las personas, comunidades, organizaciones no gubernamentales y empresas que apuestan por contribuir a la conservación de la diversidad biológica del país. Están llamadas a ser el instrumento legal que permita que las propiedades privadas cuenten con respaldo legal y seguridad jurídica para los trabajos de conservación de la naturaleza que en ellas se realicen.

Perú cuenta en la actualidad con 91[1] ACP, que representan más de 300 mil hectáreas de territorio protegidas  por iniciativas particulares como comunidades campesinas y pobladores locales. Es una apuesta por la conservación mediante un acuerdo entre  propietarios de fincas y terrenos, que por iniciativa privada y de forma voluntaria deciden su conservación. También representan una oportunidad y un beneficio para las comunidades que deseen realizar actividades como el ecoturismo, en la medida en que el establecimiento de un ACP representa un reconocimiento oficial del Estado de los valores que se encuentran en ella.

Vilnacota Perú

El Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Perú (SINANPE) es la entidad que reglamenta dichas áreas. En este contexto, la Asociación de Ecosistemas Andinos (ECOAN) en el marco del Proyecto ¨Reserva Comunal de los Bosques de Polylepis de la Cordillera del Vilcanota¨ en coordinación y financiamiento de American Bird Conservancy (ABC)  y Global Conservation Fund (GCF), viene estableciendo la Red de ACP de la Cordillera del Vilcanota.

Actualmente, cuentan con el reconocimiento del Ministerio del Ambiente 8 ACP [Málaga Thastayoc – Royal Cinclodes (Comunidad Campesina Abra Málaga Thastayoc), Hatun Queuña – Quishuarani Ccollana (Comunidad Campesina Quishuarani Ccollana), Mantanay (Asociación de Productores San Isidro Cusibamba), Choquechaca (Comunidad Campesina Ollanta), Sele Tecse Lares Ayllu (Comunidad Campesina Lares Ayllu Talana), Qosqoccahuarina (Comunidad Campesina Rumira Sondormayo), Pampacorral (Comunidad Campesina Pampacorral), y Siete Cataratas – Canchis Paccha (Comunidad Campesina Quishuarani)] que representan más de 8600 hectáreas de predios que por sus características ambientales, biológicas, naturales y paisajísticas, han sido destinadas como zonas prioritarias para su preservación.

Para la organización de los diferentes actores implicados en el proceso de constitución de  la Red, se creó un comité de gestión con sede en el distrito de Ollantaytambo, con el objeto de integrar y reunir a toda la población para que participe en las labores de conservación.

Aunque el término de custodia del territorio o land stewardship nace a finales del S.XIX en Estados Unidos, lo cierto es que no fue hasta la década de los 80 cuando empezamos a ver los primeros ejemplos aplicados en Latinoamérica. Se define como un conjunto de estrategias e instrumentos que pretenden implicar a los propietarios y usuarios del territorio en la conservación y el buen uso de los valores y los recursos naturales, culturales y paisajísticos y para conseguirlo, promueve acuerdos y mecanismos de colaboración continua entre propietarios, entidades de custodia y otros agentes públicos y privados[2].

Su reconocimiento por parte del Estado, beneficia a estas comunidades campesinas porque como administradoras y custodios de dicho territorio, tienen mejores accesos a donaciones y préstamos para realizar proyectos relacionados con ecoturismo, turismo vivencial,  agroecología, o cualquier actividad económica compatible viendo mejorados su calidad de vida. También sirven para defender el territorio de posibles amenazas frente a terceros (intereses mineros, u otros) fortaleciendo su defensa legal.

Además, cabe la posibilidad de incentivos económicos por parte del Estado, así como mecanismos de retribución por compensación o pago por servicios ambientales, que pueden ser complementos destinados al funcionamiento y mantenimiento de estas áreas.

En el marco internacional, son referentes exitosos los congresos latinoamericanos de reservas privadas y pueblos originarios celebrados en Chile (2013) y Costa Rica (2015), donde se puso un mayor énfasis en la necesidad de crear y potenciar nuevas formas de gobernanza en materia de áreas protegidas, y el fortalecimiento de una red mundial de ACP.

Los principales retos a los que se enfrentan  las ACP están relacionados con los obstáculos legales de propiedad para su creación por parte del Estado. Muchas veces, esos impedimentos legales dificultan mucho la creación de nuevas áreas. Sin embargo, se debe trabajar conjuntamente en fortalecer el sistema de gobernanza de las comunidades para el buen manejo de los recursos, creando lazos de confianza entre las instituciones públicas y privadas que busquen alianzas beneficiosas que faciliten posibles acuerdos futuros.

El futuro de las ACP, va a depender de nuestra capacidad de ver nuevas oportunidades de autofinanciación y de ser capaces de mostrar a la sociedad los múltiples beneficios ecosistémicos que nos brindan, teniendo como ejemplos de buenas prácticas de conservación los modelos de  gestión participativa de las comunidades campesinas como verdaderos guardianes de su territorio.

 

Autor: Sergio Revilla Rodríguez

Este artículo fue redactado por el autor como apoyo realizado durante el trabajo de consultaría titulado ¨Análisis de perspectivas de ecoturismo en la Cordillera del Vilcanota, Cusco.

 

Bibliografía

BASORA, X.; SABATÉ, X. (2006). Custodia del territorio en la práctica. Manual de introducción a una nueva estrategia participativa de conservación de la naturaleza y el paisaje. Xarxa de Custòdia del Territori. Barcelona.80pp.

CHACÓN, C. (2008). Voluntad de Conservar: Experiencias seleccionadas de conservación por la Sociedad civil en Iberoamérica. The Nature Conservancy. San josé. C.R. 114 -142 pp.

SERNANP (2014). Áreas de conservación privada. Documento de trabajo nº10. Lima, Perú. 40pp.

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[1] Fuente: SERNANP Mayo de 2016.

[2] Basora y Sabaté (2006). Custodia del territorio en la práctica.

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Jose Taboada

Licenciado en Geografía, Postgrado en Ordenación y Desarrollo Territorial (USC) y Master de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa (USC).

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